Es una novela que mezcla estéticas: por un lado se puede leer en clave autobiográfica (de una escritora que destacó en el underground criollo de finales de los 80 y los 90) y por el otro como un clásico texto de ciencia ficción (donde la posibilidad de un mundo distópico es una realidad). Lo que une ambos mundos es el carácter metaliterario que tiene, ya que el mundo realista es el que escribe al mundo sci-fi, al modo de Aventuras de un novelista atonal, de Alberto Laiseca, esa gran novela argentina que cuenta la historia de un escritor en una pensión tratando de escribir un texto fantástico. La diferencia con Laiseca es que Álvarez no reflexiona sobre el papel del escritor en la sociedad, como dijo Ricardo Piglia, sino sobre el papel que cumple la realidad en ese mundo fantástico y cómo este mundo puede modificar -en el sentido de tergiversar- la realidad. De este modo al mismo tiempo en que se niega el realismo se lo reafirma en una operación poco vista en la literatura argentina. Esta singularidad que arranca desde el título con la apelación a lo extraño, entendido como único, es lo que dota a esta novela de un carácter artístico, porque más que las desventuras de Leopoldo por escribir una novela y más que las aventuras de Marcelo por evitar un final de mundo, lo importante aquí es la indagación en la propia escritura, y esa es la interrogante que trata de responder, con todos los elementos de la ficción, una buena novela: en qué consiste el arte de escribir.

La Vida Es Extrana - Andrea Alvarez Mujic

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Es una novela que mezcla estéticas: por un lado se puede leer en clave autobiográfica (de una escritora que destacó en el underground criollo de finales de los 80 y los 90) y por el otro como un clásico texto de ciencia ficción (donde la posibilidad de un mundo distópico es una realidad). Lo que une ambos mundos es el carácter metaliterario que tiene, ya que el mundo realista es el que escribe al mundo sci-fi, al modo de Aventuras de un novelista atonal, de Alberto Laiseca, esa gran novela argentina que cuenta la historia de un escritor en una pensión tratando de escribir un texto fantástico. La diferencia con Laiseca es que Álvarez no reflexiona sobre el papel del escritor en la sociedad, como dijo Ricardo Piglia, sino sobre el papel que cumple la realidad en ese mundo fantástico y cómo este mundo puede modificar -en el sentido de tergiversar- la realidad. De este modo al mismo tiempo en que se niega el realismo se lo reafirma en una operación poco vista en la literatura argentina. Esta singularidad que arranca desde el título con la apelación a lo extraño, entendido como único, es lo que dota a esta novela de un carácter artístico, porque más que las desventuras de Leopoldo por escribir una novela y más que las aventuras de Marcelo por evitar un final de mundo, lo importante aquí es la indagación en la propia escritura, y esa es la interrogante que trata de responder, con todos los elementos de la ficción, una buena novela: en qué consiste el arte de escribir.