Esta novela la comenzó en Chile y la terminó en México, mientras ejercía el cargo de agregada cultural y luego la publicó en Buenos Aires, amparada por la editorial Planeta.

En Vaca sagrada el argumento gira en torno del cuerpo y de la sangre, dos signos que son frecuentes en la narrativa de Eltit. La autora así lo explica: "La sangre estaba asociada a la muerte y a la épica, el héroe que sangra en la guerra. Pero el cuerpo que sangra en la cultura es el femenino. El cuerpo cíclico y esa sangre ha sido oprimida por la cultura, vista como un menos, no como un poder... no importa como qué. Trabajé para poner en primer plano esa sangre para ver lo que pasa. Qué pasa con esa sangre que está más que subyugada. El poder de esa sangre que no está, por la cultura, de manera oficial" (Rossi, Alejandra. "Yo no quiero cambiar el imaginario, yo quiero poner en el imaginario lo oculto", Mercado Negro, (11): 21-24, oct-nov, 2001).

En esta novela se hacen visibles sus principales preocupaciones intelectuales: las relaciones fraternales, lo íntimo y privado y la reflexión sobre la cultura. Comenta al respecto, Marcela Prado Traverso: "Una vez más las relaciones de poder en el ámbito de lo íntimo privado (relación amorosa, familiar, fraternal) son expuestas con aguda crítica. Vaca sagrada, como El cuarto mundo, inicia un proceso de introspección individual cultural en el que parecen asumir la responsabilidad de decir algunas verdades de la mente y el cuerpo que la cultura no quiere oír. 'Miento mucho', dice la protagonista de Vaca sagrada, inaugurando con ello un discurso de la verdad que lucha por controlar el proceso de pérdida de memoria histórica colectiva e individual, a la que son continuamente expuestos los sujetos de una cultura en momentos de autoritarismo" ("La obra literaria de Diamela Eltit, testimonios desde la Marginalidad", Nueva Revista del Pacífico, (40): 139-146, 1995).

Vaca Sagrada - Diamela Eltit

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Esta novela la comenzó en Chile y la terminó en México, mientras ejercía el cargo de agregada cultural y luego la publicó en Buenos Aires, amparada por la editorial Planeta.

En Vaca sagrada el argumento gira en torno del cuerpo y de la sangre, dos signos que son frecuentes en la narrativa de Eltit. La autora así lo explica: "La sangre estaba asociada a la muerte y a la épica, el héroe que sangra en la guerra. Pero el cuerpo que sangra en la cultura es el femenino. El cuerpo cíclico y esa sangre ha sido oprimida por la cultura, vista como un menos, no como un poder... no importa como qué. Trabajé para poner en primer plano esa sangre para ver lo que pasa. Qué pasa con esa sangre que está más que subyugada. El poder de esa sangre que no está, por la cultura, de manera oficial" (Rossi, Alejandra. "Yo no quiero cambiar el imaginario, yo quiero poner en el imaginario lo oculto", Mercado Negro, (11): 21-24, oct-nov, 2001).

En esta novela se hacen visibles sus principales preocupaciones intelectuales: las relaciones fraternales, lo íntimo y privado y la reflexión sobre la cultura. Comenta al respecto, Marcela Prado Traverso: "Una vez más las relaciones de poder en el ámbito de lo íntimo privado (relación amorosa, familiar, fraternal) son expuestas con aguda crítica. Vaca sagrada, como El cuarto mundo, inicia un proceso de introspección individual cultural en el que parecen asumir la responsabilidad de decir algunas verdades de la mente y el cuerpo que la cultura no quiere oír. 'Miento mucho', dice la protagonista de Vaca sagrada, inaugurando con ello un discurso de la verdad que lucha por controlar el proceso de pérdida de memoria histórica colectiva e individual, a la que son continuamente expuestos los sujetos de una cultura en momentos de autoritarismo" ("La obra literaria de Diamela Eltit, testimonios desde la Marginalidad", Nueva Revista del Pacífico, (40): 139-146, 1995).